EL
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
(Génesis
2:7-9.3:1-17; Romanos 5:12-19; Mateo 4:1-11)
“Lo que
pasa aquí, se queda aquí” es un lema para la ciudad de Las Vegas. Por supuesto, no se refiere a visitas a los
museos. No, se conoce Las Vegas por el
vicio. Aunque muchos pasan vacaciones
inocentes allá, Las Vegas ha ganado la fama como lugar del uso abusado de juegos,
sexo, y alcohol. Las lecturas de la misa
hoy nos enseñan sobre todas formas del pecado y cómo vencerlo.
Nosotros
reconocemos la lectura de Génesis como la descripción del pecado original. Pero también tiene el plano de nuestros
pecados. Fíjense como ambos la serpiente
y la mujer tergiversan la Palabra de Dios haciéndolo como un ogro. La serpiente dice a la mujer que Dios
prohibió que comieran de todos los árboles cuando en verdad sólo prohibió el
comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. De su parte, la mujer exagera el mandamiento
de Dios también. Según ella, Dios
prohibió que tocaran el fruto del árbol cuando sólo no permitió el comer de
ello. Cuando pecamos nosotros, también
pensamos en Dios como prohibiendo cosas caprichosamente. Dicen algunos que Dios prohíbe el control de
la natalidad, punto. No es cierto. Sí, Dios prohíbe el uso de medios
artificiales para controlar la natalidad.
Pero por una razón justa, el matrimonio puede ocupar la planificación
natural para evitar el embarazo.
La
desgracia es que los hombres quieren determinar por sí mismos el bien y el
mal. Porque esto es la prerrogativa de
Dios que sabe todo, se puede decir que a la raíz del pecado es el deseo del
hombre a ser igual a Dios. ¿No es que
algunos digan que está bien hacer trampas en la declaración de la renta cuando
saben que la acción viola el octavo y el cuarto mandamientos? En la lectura la serpiente tienta a la mujer
con la propuesta a ser como Dios:”...el día que coman de los frutos de ese
árbol, se les abrirán a ustedes los ojos y serán como Dios”.
Otra
característica del pecado mostrada en la lectura es la tendencia humana de
minimizar sus efectos. La serpiente, que
actúa como el otro yo de la mujer, le reprime la inquietud del castigo: “De
ningún modo. No morirán”. Asemeja a lo
que dice el alcohólico: “¿qué daño puede hacerme un traguito?” No quiere reconocer que el trago puede desembocar
en un desorden que le arruina la salud, le pone en arriesgo el empleo, y le causa
un sistema de mentira en la familia.
La
segunda lectura de la Carta a los Romanos nos asegura que no somos atrapados
por este remolino del pecado. Podemos
evitar la trampa por recurrir a Jesucristo lo cual, según San Pablo, suple la
gracia para justificarnos. En el
evangelio se ve a Jesús conquistando tres tentaciones donde la mayoría de los
hombres cae como hojas en el otoño.
Primero,
Jesús se muestra como maestro de sus apetitos.
Sí, tiene hambre (realmente, está famélico), pero sabe que existen valores
mayores que la satisfacción de la hambre.
Entonces, Jesús está consciente que se puede engañar por cubrir cosas
malas con una chapa de respeto. En este
caso el diablo ocupa la Biblia para justificar al poner a Dios a prueba. Por conocer la Escritura en su profundidad Jesús
fácilmente vence la tentación. Finalmente,
Jesús ilumina un desafío particularmente moderno: hacer una pequeña maldad para
realizar un resultado óptimo. El diablo
le pide que se le postre a adorarlo por un momento y él le entregará todos los
reinos del mundo. No es solamente que
Jesús conozca al diablo como príncipe del engaño sino que sabe que no
deberíamos hacer nada malo para lograr un bien, aun por la ganancia del mundo.
Si Las
Vegas es una ciudad famosa por el vicio, Río de Janeiro es otra. Pero en el caso de Río la gente tiene una
ayuda visible para vencer el pecado. En
la montaña vigilando la ciudad queda una gigante imagen de Cristo. Cuando la ven, los ciudadanos deben pensar en
Jesús pidiéndoles que lo sigan. Eso es,
que no se lleven al desorden por los apetitos, que no se engañen por una tergiversación
de la Biblia, y que nunca pequen aun para un resultado buenísimo. Esto es lo que Jesús nos enseña: cómo evitar
el pecado en todo caso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario